Wednesday, March 18, 2009


CUANDO se dibuja un rostro, cualquier rostro, es como si cayeran cortina tras cortinas, máscara tras máscara...hasta que queda una máscara final, una máscara que ya no se puede quitar ni reducir. En ese momento el dibujo ya está terminado y sé mucho acerca de ese rostro, porque ningún rostro puede ocultarse durante mucho tiempo. Pero aunque nada escapa al ojo, todo se olvida de antemano. El OJO NO JUZGA, NO MORALIZA, NO CRITICA. Acepta a la máscara con gratitud, igual como acepta que la hojas de bambú sean largas y la flor de la vara de oro sea amarilla.
Frederick Franck
The Zen of Seeing

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